sábado, 2 de enero de 2016

Aniversario de los 20 años de fundación de las SSVM en Medio Oriente

Publicado en enero 1, 2016 En Tierra Santa


El 1 de octubre, día de Santa Teresita del Niño Jesús, llegamos a Medio Oriente las tres primeras Servidoras, para abrir la Comunidad “María Jerosolimitana”. El día 2 de octubre, día de los Ángeles Custodios comenzamos con nuestro estudio del árabe. En la actualidad contamos con más de 15 comunidades en la zona, han sido años de muchas bendiciones. Compartimos con Ustedes el Sermón que con motivo de este Aniversario predicó el Padre Gallardo, Superior Provincial del IVE en la Santa Misa de Acción de Gracias.

M. Pía


Llegada a Jerusalén


Desierto de Judea



Acción de gracias 20 años SSVM Medio oriente

Hace un poco más de 20 años, el primero octubre de 1995, llegaban las tres primeras servidoras a Medio Oriente. No sabían mucho qué era lo que les esperaba y por eso trajeron también papas y cebollas en las valijas que asombrados controlaron los miembros de seguridad del aeropuerto. Era el día de Santa Teresita, patrona de las misiones y las jóvenes hermanas (Contemplación, Pía y Cielo) aceptaron el reto de no ser esquivas a la aventura misionera. ¡Vaya aventura que las esperaba! El Patriarca había aceptado que vinieran a aprender la lengua y después Dios mostraría el camino. Un camino que desde Belén las llevó a Egipto, Jordania, Gaza, Túnez, Siria… y aquí en Belén donde comenzaron se encuentra el Hogar Niño Dios, en cuya capilla celebramos esta misa.

Quiero referirme en primer lugar en esta homilía a las palabras del Señor Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda la creación (Mc. 15,16). Y en segundo lugar a algunos consejos que Santa Teresita dio a su pequeño hermano misionero, el padre Mauricio.


Santo Sepulcro



I. Si hemos venido a Medio Oriente es por haber escuchado querido poner en práctica esas palabras de Nuestro Señor: Id por todo el mundo y predicad el evangelio.

Id por todo el mundo significa por todos los continentes, todos los países, todas las ciudades, todos los pueblos, todos los caminos, para que a toda la tierra alcance su pregón, hasta los límites del orbe su mensaje (sal. 19,5). Este deseo de predicar el evangelio lo expresó hermosamente Santa Teresita cuando escribió: a pesar de mi pequeñez, yo quisiera iluminar las almas como los Profetas, como los Doctores… tengo vocación de Apóstol… Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre y plantar tu cruz gloriosa en suelo infiel. Pero Amado mío, una sola misión no sería suficiente para mí. Quisiera anunciar el Evangelio al mismo tiempo en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remotas… Quisiera se misionero no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la consumación de los siglos…

A toda la creación significa a los hombres de todas las razas, de todas las naciones, de todas las religiones. A todos y cada uno en particular porque por todos Cristo derramó su sangre.

A toda la creación significa también ayudar a que la creación sea redimida por la vida cristiana, esa creación que gime dolores de parto cuando los hombres no la refieren a Dios. Por eso a toda la creación implica evangelizar la cultura, porque todo lo que es del hombre debe ser referido a Cristo: arte, política, educación, lenguas, ciencias, deportes… ya que todo fue creado por él y para él (Col. 1,16).

Dice el evangelio que los discípulos predicaron por todas partes y el Señor cooperaba confirmando sus palabras con las señales que lo acompañaban. Esto sigue sucediendo con los misioneros ¿cuáles son esas señales? La misma vida religiosa es una señal y por eso como señalan los documentos de la Iglesia la vida consagrada es, signo, profecía; por sí misma y bien vivida es un anuncio de Cristo porque el religioso quiere ser una continuación de la Encarnación, quiere revivir a Cristo. Enseña el Concilio Vaticano II que la vida religiosa muestra a todos los hombres… la magnitud del poder de Cristo y la potencia infinita del Espíritu Santo (LG 44).


Grupo de Estudio del árabe- Fiesta de Navidad 1995



II. Santa Teresa fue capellana en el Carmelo de un sacerdote que se preparaba para misionar en África. Ella, cuando pedía por él en la oración y en sus cartas, lo llamaba mi querido pequeño hermano (mon cher petit Frère). Algunos pensamientos de sus cartas nos pueden ayudar a reavivar nuestro espíritu misionero.

Cuando escribe su primera carta Santa Teresita tenía sólo 24 años y sabía que estaba enferma de tuberculosis y moriría prontamente – (de hecho, morirá en menos de un año). El P. Mauricio acababa de atravesar una gran crisis en la que piensa incluso en renunciar a su vocación religiosa[1]. Santa Teresa agradece a Dios que haya salido victorioso de la tempestad y le recuerda que las pruebas están en el programa de aquellos que están llamados a guiar a las almas.

Luego agregaba: Yo le pido a nuestro señor que seáis no sólo un buen misionero sino un santo, todo abrazado en el amor a Dios y a los hombres. Eso es lo que nosotros debemos también desear siempre. No contentarnos con estar en la misión, con ser buenos o cumplidores, tenemos que desear realmente ser santos misioneros y apóstoles.


Primer Congreso de Formación



A partir de ciertas pruebas que el padre tenía Santa Teresita le recordaba. El don más grande que Dios puede darle a un alma no es darle mucho, si no pedirle mucho.

Sabiendo que el padre sufría por dificultades en su familia le decía. El Señor conoce la amplitud de vuestro sacrificio. Él sabe que el sufrimiento de aquellos que os son queridos aumenta el vuestro, pero Él mismo sufrió ese martirio: para salvar nuestras almas abandonó a su madre y la vio al pie de la cruz, de pie traspasada por una espada de dolor.

Por eso nunca debemos quejarnos de Dios, de las pruebas, de las arideces, incomprensiones, de las dificultades que puede haber en nuestras familias. Debemos agradecer a Dios que nos ha enviado a una misión difícil, con una lengua difícil, una cultura muy distinta, donde los cristianos son minoría y en algunas de nuestras misiones perseguidos de modo sangriento. Dios nos pide mucho porque nos ha llamado a ser misioneros. Jesucristo es también en esto nuestro modelo

Santa Teresita también había sufrido mucho. Ella misma divide su vida en tres etapas. La primera hasta los cuatro años, fue llena de alegría y paz. La segunda una etapa de gran sufrimiento a partir de la muerte de su madre a los 4 años hasta los 14. En dicha etapa su hermana Paulina que le había hecho de madre la dejó para ir al Carmelo cuando tenía diez años. En la navidad de sus catorce años Dios la convirtió y le corrigió milagrosamente su extrema sensibilidad. A partir de allí Dios le pedirá más y más pero su alma está madura para darle todo.

Ella sabía de qué hablaba cuando le escribía al p: Mauricio: Nuestro Señor no nos pide nunca sacrificios más allá de nuestras fuerzas. Es cierto que a veces nos hace sentir toda la amargura del cáliz que presenta a nuestra alma. Y cuando nos pide el sacrificio de todo lo que nos es más querido a veces es imposible no gritar, a menos de recibir una gracia particular: Dios mío aparte de mí este cáliz… pero que no se haga mi voluntad si no la tuya.

Hay otros elementos en las cartas que nos pueden ayudar.


Primer Viaje a Egipto para la Ordenación Diaconal del Padre Gabriel Romanelli



Rezar por los que entrarán en contacto con nosotros en la misión. El P. Mauricio le pide a Santa Teresita que sea la madrina del primer niño que bautice en la misión. Ella acepta poniéndolo desde ese momento bajo la protección de La Virgen y de San José y aunque no lo conoce desde ese momento rezaba por él. La oración y la unión con Dios son el alma de la misión. Por eso en cualquier lugar que estemos y en cualquier misión lo primero y lo más importante es rezar y rezar bien, amar cada día más a Dios, unirnos cada vez más a él. La oración es siempre el alma de todo apostolado.

Grandes obras. El padre le pide que rece para que alcance la palma del martirio. Ella le confiesa que también había pedido y deseado el martirio para ella misma pero que Dios sólo le concedía el martirio del amor oculto en el Carmelo. Cuenta que ella admiraba mucho a Santa Juana de Arco y quería ser como ella pero que Dios le había hecho comprender que no debía luchar por hacer coronar a un rey mortal sino que debía hacer amar al Rey Inmortal y hacer que los corazones se sometan a él. La gran obra que Dios nos pide siempre es lo que Santa Teresita llamaba lamonotonía del sacrificio y ella decía que la prefería al éxtasis (A l’extase je préfère la monotonie du sacrifice).


Misa de Acción de Gracias



Aceptar la voluntad de Dios. Ya cercana a la muerte le escribía a su pequeño hermano: soy feliz de morir, sí, soy feliz y no por ser liberada de los sufrimientos de aquí abajo (al contrario, el sufrimiento unido al amor es lo que estimo de más valor en este valle de lágrimas). Soy feliz de morir porque veo que esa es la voluntad de Dios y que así seré más útil para las almas que amo. Nosotros en la misión cada día debemos morir a pequeñas o grandes cosas, es la manera de dar fruto, morir como el grano de trigo y hacerlo con alegría. Tenemos que ser felices de morir por Cristo en la misión.

En este día damos gracias a Dios por los 20 años de presencia de las Servidoras en Medio Oriente. Damos gracias a Dios por nuestra vocación misionera, en la familia religiosa del Verbo Encarnado. A la Virgen especialmente le pedimos que nos conceda no perder nunca el santo entusiasmo por la misión y que, aunque con los años el hombre viejo se debilite, el alma no se canse y esté siempre alegre por creer y predicar a Jesucristo, el único Salvador.

P. Marcelo Gallardo, IVE
Para los textos Cf. Maurice et Thérèse : l’histoire d’un amour : correspondance entre Thérèse de Lisieux et un jeune prêtre passionné / introd. et prés. de Patrick Ahern ; préf. de Sylvie Germain. Desclée de Brouwer, 1999.

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