sábado, 6 de diciembre de 2014

“Contemplar e imitar: prepararse a recibir a Cristo”


5 DE DICIEMBRE DE 2014 / MONASTERIODELPUEYO


Comenzamos el tiempo del adviento. Durante cuatro semanas vamos a colocarnos entre los justos del Antiguo Testamento, vamos saltar 3000 años atrás, hacia un mundo sombrío, sumergido en el pecado, que mira y busca hacia todos lados y no ve la Fuente Viva de la Salvación. Nos cuesta ahora, pensar en esto, porque nosotros conocemos la Venida de Jesús. Nosotros sabemos cuándo nació y dónde, cuando murió y dónde, cuándo resucitó y dónde. Pero la Iglesia, año tras año, nos hace rememorar la Santísima Fiesta de la Navidad, en la que conmemoramos la manifestación humilde y magnífica de Nuestro Dios Encarnado. Y para que lo valoremos más, nos coloca este tiempo de preparación, como hizo prepararse a su pueblo Israel durante dos mil años para darle el Niño Redentor. Para que en la Natividad exultemos de alegría con la llegada de Jesús, debemos durante todo este tiempo que nos separa del 24 de diciembre ANHELAR esa venida, pedirla, y prepararnos para ella.




La Virgen de la Esperanza, en la espera más dulce de la historia.

Y un modo práctico y eficaz para hacerlo es la contemplación… y como nos lo enseña san Ignacio, en sus Ejercicios. Colocarnos con la vista de nuestra alma (o sea, con la inteligencia, ayudada por la imaginación) en aquella época, y ver la disposición del corazón de aquellos que fueron dignos de conocer, recibir y gozar de la 1ª Venida de Jesucristo.



Un buen predicador así decía: “durante todo este tiempo hemos de imitar las virtudes que adornaron a todos aquellos justos, aquellos santos que vivieron antes del Nacimiento del Niño Redentor. Las virtudes de Abraham, de Moisés, las virtudes de los profetas, las virtudes de Simeón y Ana que aparecen en el Evangelio de San Lucas, las virtudes de Zacarías e Isabel, primo de la Virgen; las virtudes de San José, y sobre todo las virtudes de María Ssma., espejo donde se reflejaban todos esos dones, todas esas gracias y todas esas virtudes que florecieron en los corazones de los que aguardaron al Señor con santidad”.

Me parece que puede sernos de gran utilidad meditar en estos días… en la Lectio, en las visitas al Smo., en la Misa, o cuando fuere oportuno, en todos aquellos que tuvieron la dicha de reconocer al Mesías y ser visitados por Dios:

-en primer lugar la Virgen María: su humildad, obediencia, caridad, pobreza, pureza, etc.

-san José: sencillez, obediencia, fe, generosidad… “varón justo”

-pastores: los hombres más pobres: “Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes”

-magos de Oriente: fe ciega en la Voluntad de Dios, confianza, adoración, sacrificio, apertura del corazón.

-ángeles: grandísima pureza; alabanza: entonaron por primera vez el “gloria in excelsis”

-los santos Simeón y Ana: “este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo” (Lc 2, 25).

-y tantos otros…



Evangelio en estos días nos presenta también un hermoso ejemplo también de búsqueda, llena de fe y esperanza, de Jesucristo: el centurión romano, cuyas palabras merecieron estar en la misma liturgia de la Misa: “yo no soy digno de que entres en mi casa”. Contemplemos su humildad y su gran fe.



El Papa Francisco decía comentando este pasaje: “¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él está; encontrarlo con fe. No es fácil vivir con la fe. El Señor, en la palabra que hemos escuchado, se maravilló de este centurión: se maravilló de la fe que él tenía. Él había hecho un camino para encontrar al Señor, pero lo hizo con fe. Por esto él no solo se encontró con el Señor, sino que también sintió la alegría de ser encontrado por el Señor. Este es el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe! Y más que ser nosotros los que encontramos al Señor, es importante dejarnos encontrar por Él”.



Conclusión: En este Adviento que empezamos hoy, miremos a Cristo que viene: viene a nacer de nuevo, pero ahora espiritualmente, invisiblemente en nuestros corazones. Que nos encuentre bien preparados.

Preparemos este encuentro con Jesús en el recogimiento de nuestras conciencias, en el santuario de nuestros corazones, purificando nuestro íntimo sagrario con lapenitencia, y adornándolo con las fragantes flores de las virtudes cristianas.

De nuevo el Papa: “en este camino hacia la Navidad nos pueden ayudar algunas actitudes: “la perseverancia en la oración, rezar más, la voluntad en la caridad fraterna, acercarnos un poco más a los que tienen necesidad; y la alegría en la alabanza al Señor”.



La Virgen del Adviento y Madre de la esperanza, ella que se preparó 9 meses con laoración y la contemplación (“todo lo guardaba en su corazón”), pero sobre todo con lacaridad (corrió a prisa a visitar y asistir a su prima Isabel, anciana y que estaba encinta), nos conceda prepararnos bien a esta Navidad.

Ave María…

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