viernes, 13 de junio de 2014

¡Hay esperanza!

Es sábado a la tarde. Una adolescente de más o menos 15 años, me mira con ojos penetrantes y me pregunta: “pero, ¿como sabés que Dios existe en realidad?” Yo respiro profundo y trato de responderle algo que le pueda tocar el corazón. “Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1 Pedro, 3,15)


Este encuentro tuvo lugar en el centro de Leiden, ciudad al Oeste de Holanda, con motivo del “Tour de la Esperanza”: una iniciativa tomada por diferentes movimientos católicos, entre ellos las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, para darle un impulso renovador a la evangelización, desde las parroquias de la Iglesia Católica en Holanda. Cada grupo o movimiento se suma al proyecto aportando su propio carisma y talentos, a los cuales se les saca el mayor provecho posible. Esta iniciativa está en concordancia con el llamado del Papa Francisco a salir de la propia comodidad y enfrentarse con “el mundo”, con todas las personas que no conocen a Cristo, o que viven como si no lo conocieran.

El puntapie inicial del proyecto se dió el sábado 24 de mayo en una parroquia del centro de Leiden. Cincuenta personas de la parroquia y cincuenta pertenecientes a otros grupos- entre ellas 2 Servidoras- se reunieron en la mañana en el centro parroquial. Ya el hecho de ser tantas las personas que se reunían con el mismo objetivo, – anunciar el amor de Dios hacia todos los hombres- daba esperanza y coraje a los presentes. En la Santa Misa se leyó – apropiadamente- la lectura que habla sobre las persecuciones que Jesucristo les predijo a sus discípulos. ¿Acaso eso nos puede detener? No, más bien todo lo contrario. El discípulo no es más que su maestro. Y nosotros sabemos que Cristo ¡ya ha ganado la batalla final!

Luego de la Santa Misa, se dieron algunos avisos preliminares, tanto teóricos como prácticos, sobre el cómo y el qué en el dar testimonio de nuestra fe y nuestra esperanza. La experiencia de muchos de los presentes  que hablaron sobre esto, ayudó a vencer la posible timidez que podría surgir en el grupo de “misioneros”. Luego del almuerzo, hicimos Adoración al Santísimo Sacramento, y luego llegó el momento de poner manos a la obra. Algunos se dedicaron a las visitas de casas, otros ofrecían velitas a la gente que pasaba por la calle, invitando a que las prendieran dentro de la Iglesia, donde el Santísimo Sacramento estaba expuesto, otros entablaban diálogo con indigentes de la zona, para ofrecerles un cafecito, otros, junto con miembros del grupo “Kisi Kids” – grupo de niños que transmiten el mensaje evangélico por medio de la música – invitaban a la gente para un concierto con entrada libre que ellos darían esa misma tarde.

La calle principal, donde se encuentran los comercios, estaba llena de gente, entonces público, era lo que no nos faltaba. Muchas de las personas -con las manos llenas de compras y sus miradas perdidas y con dejo de tristeza- pasaban al lado nuestro sin siquiera notarnos. Pero también hubo muchos que se sintieron atraídos por nuestro apostolado. Si eran niños, les entragábamos un globo, y así podíamos entablar una breve conversación con los papás. O si no le preguntábamos a la gente si conocían el significado de la Ascensión del Señor o de Pentecostés, y esto nos daba motivo para seguir el diálogo.

Aquí van algunos ejemplos de lo que sucedió ese día.

Un señor de la parroquia le ofreció una velita a una señora mayor y ella le preguntó: “¿cuantó cuesta?” Y el señor le dijo: “nada, es gratis”. “Si, ¿pero para qué es?”, preguntó ella de nuevo. Y él le respondío, “para usted, la puede prender por usted misma, o por algún ser querido”. Finalmente la anciana, conmovida por el gesto, entró a la Iglesia a prender la velita.


Otra señora a la que se le ofreció una velita comentó que justo ese día se sentía muy triste porque se acordaba mucho de su hija, que murío hace años cuando tenía 24 años. Ella tomó el gesto de la velita como una señal de Dios que le quería decir: “Yo pienso verdaderamente en tí y te ayudo ”.

Al concierto de “Kisi-kids” vino un grupo de chicas que estaban festejando una “despedida de soltera”. Mario Randwijk- un joven cantente bastante conocido que formaba parte del equipo misionero- le dedicó a la futura esposa, una canción que habla sobre el verdadero amor. Las chicas se quedaron todavía una rato más, a pesar de que el concierto en el que se vieron sin “quererlo” estaba desarmando totalmente sus planes. Luego, uno de los niños de los Kisi dijo: “la novia tenía los ojos llenos de lágrimas”… Otros de los participantes comentó que el grupo de chicas se quedó un rato en la Iglesia – en silencio- prendiendo velitas.

Solo Dios sabe tocar lo más íntimo del corazón de las personas, nosotros somos instrumentos, “siervos inútiles”; solo hacemos lo que está a nuestro alcance, el resto lo hace Dios. El hecho es que su amor por nosotros es tan grande, que no podemos ni queremos dejar de hablar de ello. “Caritas Christi urget nos”: El amor de Cristo nos apremia (2 Cor. 5, 14). Recemos por todas las personas con las que estuvimos en contacto esa tarde soleada de sábado.

SSVM misioneras en Holanda

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